lunes, 1 de septiembre de 2014

Clásico (América 0 vs Pumas 1)

Fatal Rey


Clásico que a los del Pedregal les regresa la idea futbolística y la fuerza en las piernas cada que juegan contra América y pisan el Azteca.
Clásico que no dan por perdido ningún balón.
Clásico que se ordenan bien atrás como eufemismo para decir que no tienen mucho con qué competir de tú a tú.
Clásico que Verón vuelve a ser Beckenbauer.
Clásico que la afición de Pumas, que se cansa de putear reprobar cada quince días a su equipo en casa, en este juego están todos presentes, no falta uno solo y proclaman su amor “incondicional”.
Clásico que en este partido el que peor va apela a la -heroica y digna victoria- y se alza de su mediocridad para darle una lección de “humildad” al otro.
Clásicas las burlas y los lugares comunes al término del encuentro.
Clásico todo eso y clásico que de este lado, del lado azulcrema, no se tengan presentes estas actitudes cíclicas del rival y se tome el partido como uno más. No, jugadores, este NO es un partido más. No afición, no son sólo tres puntos para nosotros. Si les incomoda la palabrita, sustitúyanla por otra, si no quieren darle tanta importancia al rival pues entonces no dramaticen después, pero este encuentro, como sucede con Guadalajara y todavía un poco con Cruz Azul, no son igual al resto.


Si acertara en su última decisión. Estaría en el Barcelona.
 América perdió un clásico este sábado. Con todas las vertientes, significados y acepciones que pueda tener ese encabezado. Y lo perdió no porque fuera superado por su rival en el trámite del partido, pues de hecho quien estuvo más cerca de la victoria fueron las Águilas. Lo perdió de última hora con un gol bizarro. Y lo perdió porque en noventa minutos no fue capaz de demostrar la distancia que hay en funcionamiento y capacidad en uno y otro equipo. Porque América, a pesar de no ser una aplanadora ni el Bayern de Guardiola, ha mostrado más fútbol en el torneo.  Perdió el partido porque, aunque tuvo varias ocasiones claras, nunca incomodó ni hizo pasarla mal a su rival. Perdió porque algunos jugadores no supieron encarar este encuentro. Porque pumas no sufrió el sábado en el Azteca.

Y es en estos partidos, en los que la actitud suele pesar más que la táctica, que es difícil interpretar lo que ocurre en el campo. América no deja de sufrir en el medio y, por desgracia, esta línea tuvo el sábado su peor día: Con un Molina fuera de ritmo, incapaz de cortar los escasos circuitos rivales, un Martínez completamente errático y un fantasma en Velasco. Un caos.
Con este problema, América volvió a jugar al balón largo a la espera de la recepción de algún (Peralta) atacante, y una vez con el control del balón en campo rival, crear peligro a base de desbordes (Arroyo) y, sobretodo, disparos de media distancia. Con tres oportunidades claras en momentos claves del partido en pies de tres diferentes jugadores (Rey, Arroyo y Zúñiga) que no pudieron aprovechar, América construyó su suerte y por esa fatal y ciega (in)justicia del fútbol, perdió el juego en un disparo desviado.

 
La tragedia

Los dos juegos del año contra Pumas terminaron en derrota; en ambos se estuvo siempre más cerca de ganar que de perder pero el resultado fue el mismo. Golpe fuerte para el equipo y cuerpo técnico que debe de trabajar imperiosamente en tres cosas: mejorar la preparación física, hacer un mediocampo sólido y encontrar el mejor acompañante para Peralta, pues parece que Rey no da más.

Hay una semana extra de trabajo, para volver el 13 de septiembre en Guadalajara contra unos férreos Leones Negros que se morirán en el campo, como todos, en busca de dar la nota de ganarle a América. Si no se mejora en mediocampo, las cosas se pueden tornar complicadas.

1 comentario:

  1. Mohamón y el patiño Pelaéz deberían ofrecer una disculpa pública a la afición americanista.

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